Un poco de nuestra historia
Una familia, una historia
La Aripuca esconde en cada rincón, la historia de nuestra familia, de nuestros sueños y del amor apasionado que sentimos por la naturaleza.
Todo arrancó corriendo los años ochenta cuando, con nuestras 3 hijas aún pequeñas, la familia Waidelich - Sommerfeld viaja desde su ciudad natal viaja desde su ciudad natal, Montecarlo (Misiones, Argentina), para habitar la denominada ''Colonización Andresito'', una naciente localidad de la provincia de Misiones ubicada en lo más profundo de la selva virgen Misionera y alejada unos 50 kilómetros de las Cataratas del Iguazú.
Esta localidad se abría a los interesados en explorar nuevas tierras y abrió los horizontes de nuestra familia que buscaba continuar con la tradición de la actividad agrícola/ganadera.
Tiempo después, buscando concretar el objetivo trazado de seguir trabajando la tierra, adquirimos una chacra la cual denominamos ''Los Cedritos'' por la cantidad de ejemplares de esa especie que allí se encontraban. Fue en ese lugar adonde iniciamos las actividades agrícola/ganaderas típicas de la región pero siempre buscando técnicas alternativas de producción dejando de lado el manejo de la tierra -propia de la época- que llevaba a los productores de la zona a limpiar la selva a fuego y hacha, para luego dedicarse al monocultivo (En general Yerba o Tabaco). Nosotros en cambio, elegimos dejar en pie a los grandes árboles para que custodien nuestra plantación de yerba nativa y nuestro ganado el cual era criado bajo el monte.
Estas técnicas alternativas e innovadoras en su época despertaron el interés de estudiantes universitarios y especialistas de todas las áreas y posteriormente de turistas quienes buscaban conocer no solo como se trabajaba sino también los frutos y productos elaborados desde la rica tierra misionera. Fue así como sin quererlo, nos vimos con un importantísimo compromiso que excedía las tareas productivas: mostrar lo que tenemos y sobre todo, lo que estamos perdiendo.
Este nuevo compromiso, impulsado además por la cada vez mas constante tala indiscriminada de centenarios árboles que morían a manos de productores vecinos, fue lo que nos llamó a la acción y a centrar mucho mas las tareas de la chacra en mostrar lo que estaba pasando y a planificar acciones para protegerlo: Así fue que empezó, sin nadie percibirlo y sin un nombre todavía, la colección de los gigantes de la selva con la adquisición de lo que en algún momento fue el mas grande Timbó de la provincia de Misiones, ejemplar del que aún hoy se encuentran restos en el centro de la ciudad misionera de Andresito.
Meses más adelante, después de haber visualizado una y otra alternativa, surgió la idea que da vida hoy a ''La Aripuca''.
Para concretar el sueño de ''La Aripuca'' y generar el impacto deseado, el lugar no podía ser dejado al azar. Nuestra chacra ''Los Cedritos'' fue la primera opción, pero su tamaño y ubicación de complejo acceso (varios kilómetros de calles de tierra) dificultarían la visita...así comenzó nuestra ardua búsqueda. Las opciones y el tiempo pasaban rápido y como el proyecto era tan grande y los recursos limitados, el rescate y compra de ejemplares que iban camino a los aserraderos, fue realizándose en simultáneo a la búsqueda del lugar de construcción.
Fue así que, en 1997, tras recorrer media provincia de Misiones, ''La Aripuca'' tuvo su lugar en el mundo, Puerto Iguazú, adonde conseguimos el terreno donde actualmente se encuentra emplazado este monumento a la historia de la naturaleza. Cuatro largos años pasaron, incansable era nuestra insistencia y las gestiones interminables. Sin embargo, cada pequeño paso que procurábamos, forjaba sostenidamente nuestro sueño de ver el proyecto realizado.
Pero esta búsqueda tuvo su precio, la colección de troncos inicialmente rescatados y sin un lugar adecuado adonde guardarlos hasta el momento de iniciada la construcción, fueron perdidos casi en su totalidad, fruto del tiempo y la naturaleza, junto con todo el esfuerzo y los recursos puestos en obtenerlos...tarea que tuvo que volver a iniciarse pero adonde solo se pudieron obtener ejemplares de menor tamaño.
Había llegado el momento de iniciar los trabajos, de encontrar aquellos especímenes arbóreos que den forma a ''La Aripuca''. Debían ajustarse a las especificaciones exigentes pero sobre todo, tenían que estar en buenas condiciones. La búsqueda fue intensa en aserraderos, chacras y hasta en áreas de control de tala ilegal, teníamos que recuperar los ladrillos naturales para esta majestuosa obra.
Una vez localizados, en distintos puntos de la Provincia, nos seguía el proceso de traslado. Etapa que se dilató más de un año y pusieron a trabajar a más de diez camiones y otras diez personas entre preparadores de madera y arrastradores. Un despliegue de mano de obra, difícil de imaginar si no se concibe el verdadero tamaño de los troncos que requería la corpulenta Aripuca.
El mayor y más pesado de los troncos (27 metros y 37 toneladas), viajó 200 kilómetros desde la localidad de Bernardo de Irigoyen (Misiones), por más de siete días, atendiéndose cada cuidado especial. Por su altura, el traslado nos causó muchas dificultades, por momentos necesitamos ampliar el camino para poder seguir adelante, además de soportar las lluvias y tormentas propias de la región. Se trata de un Pino Paraná o Araucaria, que tiene unos 500 años y fue muerto por un rayo.
Era el 11 de Marzo de 1998 cuando colocamos el primer ejemplar. Un ''Espina de Corona'' de aproximadamente 300 años. Fue ese día el que nos llenó de emoción, recién en ese momento, nuestro esfuerzo empezaba a tomar forma.
Tan grande era el deseo de ver elevada a ''La Aripuca'' que, extraordinariamente, en 27 días, terminábamos de colocar los últimos troncos para que la obra, aunque todavía sin techo, quedara sólidamente levantada.
Semejante estructura merecía también una entrada que invite a la magia. Por eso, paralelamente a ''La Aripuca'' construímos el enorme y maravilloso portón de bienvenida. Los ejemplares elegidos fueron dos Ybira-Pitá, que en lengua guaraní significa madera roja y cuyas edades sumadas hacen un total de 1500 años.
¿Quién sabe de cuántas historias son testigos ocasionales?, ¿Cuántos soles, lunas, lluvias y tormentas han presenciado?, ¿cuántos seres vivieron dentro y sobre ellos?...Esos misterios son los que nos atraen cuando penetramos en su ahuecado interior en forma de puerta.
Aún sin techo, ''La Aripuca'', abría sus puertas memorablemente el 15 de julio de 1998, dando la posibilidad a los turistas que visitan las Cataratas del Iguazú de conocer los recónditos de esta variedad de ejemplares que lograron, junto a nuestra familia, ''los Waidelich'' como nos llaman los amigos, perpetuarse en la selva misionera.