La Aripuca es un emprendimiento Agro-Eco-Turistico familiar. Construído a base de árboles rescatados, inspirado en una típica trampa de los pueblos guaraníes, ''La Aripuca'' se impone con sus 17 metros de altura y mas de 500.000 Kgs de peso distribuído en 30 especies nativas de la Selva Misionera, muchos de ellos ejemplares centenarios, agrupados para mostrarnos LO QUE ESTAMOS PERDIENDO

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LA TRAMPA ORIGINAL
La trampa original, muy utilizada incluso hoy día por los pueblos guaraníes, está compuesta de pequeñas ramitas unidas en forma de pirámide conectadas a un mecanismo muy sencillo pero efectivo, donde al ingresar la presa a la trampa y pisar una de las ramitas del mecanismo, la misma se cierra atrapando al animal. La característica más singular de esta trampa y medio de captura, es que la presa no sufre ningún tipo de daño al ser capturada, y lo más importante aún, permite al capturador liberarla si considera que la misma no es adecuada (es muy chica, es una presa que está preñada o no es apta para su consumo). Teniendo en cuenta esto, fue construida La Aripuca, tratando de explicarnos que estamos caminando hacia la trampa, pero todavía hay una oportunidad para sobrevivir.
LOS TRONCOS
Si bien los troncos utilizados corresponden a especies protegidas y en algunos casos en peligro de extinción a causa del desmonte y la tala indiscriminada, NINGUNO de los árboles utilizados en la construcción FUE CORTADO PARA ESTE FIN.
Muchos de los árboles fueron comprados en aserraderos donde estaban a punto de convertirse en tablones y desaparecer, junto con su historia, en muebles y otras aplicaciones. Otros se recuperaron de chacras donde habían sido tumbados por tormentas o estaban muertos de pie por la acción de un rayo o porque ya habían cumplido su ciclo vital.
De esta manera, intentamos transformar una destrucción total o parcial de ese árbol en una herramienta para crear conciencia.
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Un poco de nuestra historia
Una historia, una familia...
Una familia, una historia La Aripuca esconde en cada rincón, la historia de nuestra familia, de nuestros sueños y del amor apasionado que sentimos por la naturaleza. Todo arrancó corriendo los años ochenta cuando, con nuestras 3 hijas aún pequeñas, la familia Waidelich - Sommerfeld viaja desde su ciudad natal viaja desde su ciudad natal, Montecarlo (Misiones, Argentina), para habitar la denominada ''Colonización Andresito'', una naciente localidad de la provincia de Misiones ubicada en lo más profundo de la selva virgen Misionera y alejada unos 50 kilómetros de las Cataratas del Iguazú.

Esta localidad se abría a los interesados en explorar nuevas tierras y abrió los horizontes de nuestra familia que buscaba continuar con la tradición de la actividad agrícola/ganadera. Tiempo después, buscando concretar el objetivo trazado de seguir trabajando la tierra, adquirimos una chacra la cual denominamos ''Los Cedritos'' por la cantidad de ejemplares de esa especie que allí se encontraban. Fue en ese lugar adonde iniciamos las actividades agrícola/ganaderas típicas de la región pero siempre buscando técnicas alternativas de producción dejando de lado el manejo de la tierra -propia de la época- que llevaba a los productores de la zona a limpiar la selva a fuego y hacha, para luego dedicarse al monocultivo (En general Yerba o Tabaco). Nosotros en cambio, elegimos dejar en pie a los grandes árboles para que custodien nuestra plantación de yerba nativa y nuestro ganado el cual era criado bajo el monte.

Estas técnicas alternativas e innovadoras en su época despertaron el interés de estudiantes universitarios y especialistas de todas las áreas y posteriormente de turistas quienes buscaban conocer no solo como se trabajaba sino también los frutos y productos elaborados desde la rica tierra misionera. Fue así como sin quererlo, nos vimos con un importantísimo compromiso que excedía las tareas productivas: mostrar lo que tenemos y sobre todo, lo que estamos perdiendo. Este nuevo compromiso, impulsado además por la cada vez mas constante tala indiscriminada de centenarios árboles que morían a manos de productores vecinos, fue lo que nos llamó a la acción y a centrar mucho mas las tareas de la chacra en mostrar lo que estaba pasando y a planificar acciones para protegerlo: Así fue que empezó, sin nadie percibirlo y sin un nombre todavía, la colección de los gigantes de la selva con la adquisición de lo que en algún momento fue el mas grande Timbó de la provincia de Misiones, ejemplar del que aún hoy se encuentran restos en el centro de la ciudad misionera de Andresito. Meses más adelante, después de haber visualizado una y otra alternativa, surgió la idea que da vida hoy a ''La Aripuca''.
Los primeros pasos
Para concretar el sueño de ''La Aripuca'' y generar el impacto deseado, el lugar no podía ser dejado al azar. Nuestra chacra ''Los Cedritos'' fue la primera opción, pero su tamaño y ubicación de complejo acceso (varios kilómetros de calles de tierra) dificultarían la visita...así comenzó nuestra ardua búsqueda. Las opciones y el tiempo pasaban rápido y como el proyecto era tan grande y los recursos limitados, el rescate y compra de ejemplares que iban camino a los aserraderos, fue realizándose en simultáneo a la búsqueda del lugar de construcción.

Fue así que, en 1997, tras recorrer media provincia de Misiones, ''La Aripuca'' tuvo su lugar en el mundo, Puerto Iguazú, adonde conseguimos el terreno donde actualmente se encuentra emplazado este monumento a la historia de la naturaleza. Cuatro largos años pasaron, incansable era nuestra insistencia y las gestiones interminables. Sin embargo, cada pequeño paso que procurábamos, forjaba sostenidamente nuestro sueño de ver el proyecto realizado.

Pero esta búsqueda tuvo su precio, la colección de troncos inicialmente rescatados y sin un lugar adecuado adonde guardarlos hasta el momento de iniciada la construcción, fueron perdidos casi en su totalidad, fruto del tiempo y la naturaleza, junto con todo el esfuerzo y los recursos puestos en obtenerlos...tarea que tuvo que volver a iniciarse pero adonde solo se pudieron obtener ejemplares de menor tamaño.
Troncos de cuerpo y alma
Había llegado el momento de iniciar los trabajos, de encontrar aquellos especímenes arbóreos que den forma a ''La Aripuca''. Debían ajustarse a las especificaciones exigentes pero sobre todo, tenían que estar en buenas condiciones. La búsqueda fue intensa en aserraderos, chacras y hasta en áreas de control de tala ilegal, teníamos que recuperar los ladrillos naturales para esta majestuosa obra.

Una vez localizados, en distintos puntos de la Provincia, nos seguía el proceso de traslado. Etapa que se dilató más de un año y pusieron a trabajar a más de diez camiones y otras diez personas entre preparadores de madera y arrastradores. Un despliegue de mano de obra, difícil de imaginar si no se concibe el verdadero tamaño de los troncos que requería la corpulenta Aripuca.

El mayor y más pesado de los troncos (27 metros y 37 toneladas), viajó 200 kilómetros desde la localidad de Bernardo de Irigoyen (Misiones), por más de siete días, atendiéndose cada cuidado especial. Por su altura, el traslado nos causó muchas dificultades, por momentos necesitamos ampliar el camino para poder seguir adelante, además de soportar las lluvias y tormentas propias de la región. Se trata de un Pino Paraná o Araucaria, que tiene unos 500 años y fue muerto por un rayo.
Un sueño una construcción
Era el 11 de Marzo de 1998 cuando colocamos el primer ejemplar. Un ''Espina de Corona'' de aproximadamente 300 años. Fue ese día el que nos llenó de emoción, recién en ese momento, nuestro esfuerzo empezaba a tomar forma. Tan grande era el deseo de ver elevada a ''La Aripuca'' que, extraordinariamente, en 27 días, terminábamos de colocar los últimos troncos para que la obra, aunque todavía sin techo, quedara sólidamente levantada.

Semejante estructura merecía también una entrada que invite a la magia. Por eso, paralelamente a ''La Aripuca'' construímos el enorme y maravilloso portón de bienvenida. Los ejemplares elegidos fueron dos Ybira-Pitá, que en lengua guaraní significa madera roja y cuyas edades sumadas hacen un total de 1500 años.

¿Quién sabe de cuántas historias son testigos ocasionales?, ¿Cuántos soles, lunas, lluvias y tormentas han presenciado?, ¿cuántos seres vivieron dentro y sobre ellos?...Esos misterios son los que nos atraen cuando penetramos en su ahuecado interior en forma de puerta.

Aún sin techo, ''La Aripuca'', abría sus puertas memorablemente el 15 de julio de 1998, dando la posibilidad a los turistas que visitan las Cataratas del Iguazú de conocer los recónditos de esta variedad de ejemplares que lograron, junto a nuestra familia, ''los Waidelich'' como nos llaman los amigos, perpetuarse en la selva misionera.
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Leyenda Los tres árboles

Arquitectura típica de una vivienda de los colonos de la zona

Había una vez tres árboles en una colina de un bosque. Hablaban, acerca de sus sueños y esperanzas y el primero dijo: ''Algún día seré un cofre de tesoros. Estaré lleno de oros, plata y piedras preciosas. Estaré decorado con labrados artísticos y tallados finos, todos verán mi belleza''. El segundo árbol dijo: ''Algún día seré una poderosa embarcación. Llevaré a los más grandes reyes y reinas a través de los océanos, e iré a todos los rincones del mundo. Todos se sentirán seguros por mi fortaleza, fuerza y mi poderoso casco''. Finalmente el tercer árbol dijo: ''Yo quiero crecer para ser el más recto y grande de todos los árboles en el bosque. La gente me vera en la cima de la colina, mirará mis poderosas ramas y pensarán en el Dios de los cielos, y cuan cerca estoy de alcanzarlo. Seré el más grande árbol de todos los tiempos y la gente siempre me recordará''.

Después de unos años de que los árboles oraban para que sus sueños se convirtieran en realidad, un grupo de leñadores vino donde estaban los árboles. Cuando uno vio al primer árbol dijo: ''Este parece un árbol fuerte, creo que podría vender su madera a un carpintero'', y comenzó a cortarlo. El árbol estaba muy feliz debido a que sabía que el carpintero podría convertirlo en un cofre para tesoros. El otro leñador dijo mientras observaba al segundo árbol: ''Parece un árbol fuerte, creo que lo podré vender al carpintero del puerto''. El segundo árbol se puso muy feliz porque sabía que estaba en camino a convertirse en una poderosa embarcación. El último leñador se acercó al tercer árbol, este estaba muy asustado, pues sabía que si lo cortaban su sueño nunca se volvería realidad. El leñador dijo entonces: ''No necesito nada especial del árbol que corte, así que tomaré éste''. Y corto al tercer árbol.

Cuando el primer árbol llegó donde el carpintero, fue convertido en un cajón de comida para animales, y fue puesto en un pesebre y lleno con paja. Se sintió muy mal pues eso no era por lo que tanto había orado. El segundo árbol fue cortado y convertido en una pequeña balsa de pesca, ni siquiera lo suficientemente grande para navegar en el mar, y fue puesto en un lago. Y vio cómo sus sueños de ser una gran embarcación cargando reyes había llegado a su final. El tercer árbol fue cortado en largas y pesadas tablas y dejado en la oscuridad de una bodega.

Años más tarde los árboles olvidaron sus sueños y esperanzas por las que tanto habían orado. Entonces un día un hombre y una mujer llegaron al pesebre. Ella dio a luz un niño, y lo colocó en la paja que había dentro del cajón en que fue transformado el primer árbol. El hombre deseaba haber podido tener una cuna para su bebé, pero este cajón debería serlo. El árbol sintió la importancia de éste acontecimiento y supo que había contenido el más grande tesoro de la historia. Años más tarde, un grupo de hombres entraron en la balsa en la cual habían convertido al segundo árbol. Uno de ellos estaba cansado y se durmió en la barca. Mientras ellos estaban en el agua una gran tormenta se desató y el árbol pensó que no seria lo suficientemente fuerte para salvar a los hombres. Los hombres despertaron al que dormía, este se levanto y dijo: ''¡Calma! ¡Quédate quieto!'' y la tormenta y las olas se detuvieron. En ese momento el segundo árbol se dio cuenta que había llevado al Rey de Reyes y Señor de Señores. Finalmente, un tiempo después alguien vino y tomó al tercer árbol convertido en tablas. Fue cargado por las calles al mismo tiempo que la gente escupía, insultaba y golpeaba al Hombre que lo cargaba. Se detuvieron en una pequeña colina y el Hombre fue clavado al árbol y levantado para morir en la cima de la colina. Cuando llegó el domingo, el tercer árbol se dio cuenta que él fue lo suficientemente fuerte para permanecer erguido en la cima de la colina, y estar tan cerca de Dios como nunca, porque Jesús había sido crucificado en él.

La moraleja de esta historia es: Cuando parece que las cosas no van de acuerdo a tus planes, debes saber que siempre Dios tiene un plan para uno. Si pones tu confianza en Él, te va a dar grandes regalos a su tiempo. Recuerda que cada árbol obtuvo lo que pidió, solo que no en la forma en que pensaban. No siempre sabemos lo que Dios planea para nosotros, solo sabemos que: ¡Sus caminos no son nuestros caminos, pero sus caminos siempre son los mejores!.

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